El arma más peligrosa que nadie puede usar contra nosotros es nuestra propia mente, aprovechándose de las dudas e incertidumbres que en ella acechan, ¿somos sinceros con nosotros mismos o vivimos cumpliendo las expectativas de otros? y si somos abiertos y sinceros, ¿podría alguien amarnos de verdad? ¿podemos tener el valor de compartir nuestros secretos más íntimos? ¿o en realidad somos imposibles de conocer, incluso para nosotros mismos?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 sonrisa(s).:
Publicar un comentario